3/2/13



CUCHILLOS EN EL CIELO

Preciosa historia sobre el vínculo de una madre que recupera la libertad y encuentra a su hija, una niña rebelde de 11 años, fruto de una violación. Con la participación de Alejandra Guerra que interpreta de manera muy solvente el rol de la ex convicta traumatizada, y por  otro lado, la niña debutante Gala Gonzales.


Sétima película de ficción de Durant y uno de los proyectos más complejos y humanos que intenta llevar a cabo. Lamentablemente para nosotros los peruanos, sufridos espectadores, con poca fortuna.

Placa radiográfica:

El inicio de la historia es desconcertante: un plano de ubicación que no nos introduce al estado emocional de la historia sino que cumple, de manera irrelevante, la función de localizarla geográficamente. Pésima decisión inicial que nos priva de la carga sensorial del segundo plano, una especie de movimiento lateral muy apropiado, con enfoques y desenfoques, que descubre la sala de reuniones al interior de una prisión en la que se desarrollará la primera escena.

La mala señal se vuelve norma durante la primera media hora. Una necesidad incontenible de agregar información a costa del ritmo y la intensidad del relato.

Por el lado técnico tenemos un tratamiento fotográfico y una banda sonora descriptivos, hiperrealistas y carentes de toda intención por crear atmosferas emocionales. Además se observa poco desarrolladas las escenas del mundo exterior en las que se pudo haber explotado intensamente la experiencia de una mujer sensible a las manifestaciones masculinas y traumatizada con los uniformados en general.

A pesar de todo esto la cadena de eventos de la película empieza a tomar sentido lentamente mientras vamos descubriendo los pormenores del incidente traumático de la madre y la complicación que tiene para enfrentarse a las exigencias judiciales. Por algunos minutos la narración nos conduce, se adelanta a nuestras inferencias, nos sorprende. Méritos incuestionables de la estructuración narrativa.

En líneas generales los personajes protagónicos parecen constreñidos a una reducida gama emocional, lo que no contribuye a que la audiencia asimile y simpatice con ellos. La ex convicta tiene al frente una nueva oportunidad para acercarse a la hija perdida pero es incapaz de sonreír, de soñar, de imaginar un futuro distinto. Al igual que la hija, sus actitudes aparecen en la pantalla como un cúmulo de arrebatos sin mayores matices, lo que muestra una clara debilidad o desinterés en el trabajo del director por desmenuzar las emociones de sus personajes. Bajo ese pesado manto de tristeza, de melancolía, es difícil proyectar hacia la audiencia la necesidad vital de germinar y sostener un vínculo de amor filial.

La escena final de la historia nos da la pista sobre su esencia pero al mismo tiempo termina de desnudar completamente fragilidad de la propuesta.

Al desinteresarse por las explicaciones sobre el pasado de su madre, la niña escoge el presente y abandona su muñeca en plena mudanza y con ella obviamente su niñez.  ¿Pero acaso esta era una película de maduración?  ¿O acaso era una película sobre la reconstrucción de la vida de una ex convicta con su hija?
En todo caso la película se queda a medio camino en ambas líneas narrativas, quizas por la uniformidad y monotonía en las que se desenvuelven ambos personajes o por el débil desarrollo de las transiciones emocionales.

Todo proyecto fallido es una oportunidad perdida y una derrota para el cine peruano. En este caso la tristeza es mayor por el gran potencial humano de la historia.  Ejercitar la crítica constructiva es un pequeño gesto con el que intentamos colaborar.